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En la cancha se ven las gallas: Rostros y voces del liderazgo femenino de la Región de Coquimbo

Por @ahorapinto

septiembre 2022

La colorida fotografía del nuevo gabinete ocupaba titulares del mundo, y se observaba como un ejemplo de paridad o de “triunfo” del feminismo. Pero, lamentablemente, la imagen contrasta con las cifras oficiales y con el sentir “extraoficial” del Chile del 2022, pues según un reciente sondeo de la consultora ManpowerGroup Chile, el 50 % de las chilenas y chilenos considera que los puestos de liderazgo femenino en las empresas simplemente no existen, lo que contrasta fuertemente con el espíritu de iniciativas como la Ley de Paridad de Género

Por otra parte, un estudio del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, realizado el 2020, señaló que la participación de mujeres en cargos de gerencias fue de solo el 21 %, y la participación de mujeres en directorios de empresas representa un 10,5 %. Estas cifras se presentan incluso en aquellas empresas o corporaciones que integran la lista de “los mejores lugares para trabajar” (según datos de “Great Place to Work” en su filial chilena), pues en ellas, solo el 33 % de los puestos directivos son ocupados por mujeres. 

Una mirada más allá de las cifras

Pero para este verdadero mar de cifras es correcto hacer una mirada un poco más humana, analizando la realidad de una región en particular: la de Coquimbo. Solo una alcaldesa entre 15 comunas, y dos parlamentarias mujeres entre 10 cupos son una nueva muestra del trabajo que aún queda por hacer para pasar desde el ideal a la realidad. Es en ese escenario, el de la realidad, en donde encontramos rostros, relatos y ejemplos de mujeres que hacen historia. 

María Antonieta, Nathalie, María Fernanda y Giannina son mujeres que a diario logran el perfecto equilibrio entre desarrollo profesional y el rol que la sociedad o la historia les otorga por el hecho de ser mujeres. Representan el rostro más allá de las cifras, pero de esas cifras positivas, esas cifras —aún minoritarias— que miramos con optimismo, porque ya mucho se ha escrito sobre cómo revertir la escasa participación femenina en la sociedad, y ahora es tiempo de hablar de aquellas que hoy abren caminos y hacen historia. Aquellas mujeres que bien podrían decir que, más allá de los estudios y números, en la cancha se ven las gallas. 

María Antonieta Zúñiga y el camino para convertirse en líder del rubro que no era el suyo

Casada y madre de dos hijas, de 10 y 16 años, María Antonieta Zúñiga estudió Ingeniería en Acuicultura, es magíster en gestión ambiental y actualmente está cursando un diplomado. Un rubro “absolutamente dominado por los hombres”, según nos confiesa; nada diferente a la mayoría de los sectores productivos. Sin embargo, comenta con orgullo que, armada de argumentos y convicciones, ha logrado desarrollarse profesionalmente. 

Hoy María Antonieta se desempeña en el rubro turístico, desde ahí nuestra atención en ella y su gestión, pues lidera el proyecto Barrio del Mar, organización que reúne a un grupo de empresarios del borde costero de La Serena y Coquimbo, la que nace tras el “desastre del tsunami” que azotó a ambas comunas el año 2015.

¿Cómo llegaste a liderar Barrio del Mar?

Después del desastre del tsunami empezamos a tratar de sacar adelante otra vez el sector y de a poco fuimos viendo que entre los locatarios había problemáticas comunes. Ellos decidieron transformarme en su representante y de ahí comenzamos a tener un trabajo más colaborativo. Postulamos a un proyecto CORFO, al que llamamos Barrio del Mar, porque había empresarios de Coquimbo y La Serena, y queríamos un nombre que identificara a todo el sector. Siendo ocupantes del sector de la playa, queríamos salir adelante en lo económico, pero cuidando el ecosistema y trabajando por la sostenibilidad.

¿Cómo ha sido tener que liderar a un equipo de personas tan diferentes entre sí y que además no son tus subordinados? Porque tú eres una líder y pueden seguirte o no seguirte. 

Con empatía, poniéndose en el lugar de ellos para conciliar los distintos intereses existentes en el sector, pero con foco en cosas que fueran transversales para ir ganando confianzas, ir resolviendo brechas y las problemáticas comunes. Había que armar una gobernanza y tenían que escoger un gerente y cuando ellos decidieron que esa gerenta iba a ser yo, les dije que en el cargo debía haber alguien con más conocimientos en el área de turismo, pero me dijeron que era un tema de confianza y liderazgo, y resolvieron que yo fuera la jefa del proyecto. 

El rubro del turismo trabaja en los momentos que el resto se está entreteniendo. ¿Cómo logras compatibilizar eso con tu familia?

He tenido que lidiar con las distintas cosas que hago y mi familia me ha apoyado bastante en todo.

“Con la madurez que tengo, con mi experiencia y gracias a los roles que he cumplido, para mí ya no es tema. Soy la persona y profesional que soy, más allá de que ser mujer, bonita o fea”.

¿Eres una mujer vanidosa?

Creo que todas las personas tenemos vanidad. Me encanta ser mujer y lucirme como mujer. Me encantan los tacos, siempre los uso. Me gusta todo lo relacionado a una mujer.

En tu vida profesional, ¿has tenido que suspender la vanidad y dosificarla en pro de que no se te prejuzgue por ser bonita?

Me tocó vivirlo cuando era muy joven, pero ahora con la madurez que tengo, con mi experiencia y gracias a los roles que he cumplido, para mí ya no es tema. Soy la persona y profesional que soy, más allá de ser mujer, bonita o fea.

Y pasando al tema del acoso, existen distintos niveles, ¿te ha tocado vivirlo en este rubro empresarial o no se da tanto?

Toda la vida me tocó lidiar con temas de acoso desde muy pequeña, pero cada vez lo vivo menos. En la medida que he ido avanzando, y sobre todo con empresarios, jamás he tenido ningún problema. He aprendido a poner límites, a entender cuando una persona está siendo simpática o quiere pasarse un poco de la raya. 

¿Es necesaria la legislación para avanzar en paridad o debería ser algo natural?

Hay muchas cosas que uno cree que deben ser naturales, y no a través de leyes, pero nuestra idiosincrasia nos hace tener que escribir en un papel cosas que son normales. 

¿Hace falta más participación femenina en el turismo?

Sí, en todos los rubros hace falta. Lamentablemente las mujeres tenemos un poco más de restricciones porque asumimos muchos temas con la familia, con los hijos, aun cuando nos desarrollamos en ciertas áreas profesionales. Yo converso con muchas de mis pares y tenemos esa culpa arraigada de que estamos dejando un poco de lado a los hijos por desarrollarnos. Cuesta encontrar ese equilibrio y aun cuando logramos cierta trascendencia en lo profesional, siempre está ese dolorcito de creer que pudimos haber estado más tiempo con ellos. 

En el área en la que te desenvuelves, ¿crees que existiría una mejor experiencia o mejor calidad de servicio si hubiera más mujeres en cargos importantes?

El turismo está muy relacionado a la hospitalidad y en ese sentido las mujeres —quizás por la forma en que culturalmente somos criadas— entregamos una mejor atención, tenemos más sensibilidad con ciertas cosas. Sin embargo, no le resto esos atributos a los hombres.

Qué aspectos de tu personalidad o de tu desarrollo profesional son los que te convierten en una mujer power.

Más que sentirme una mujer power, creo que soy una mujer muy resiliente y cada vez que se me presenta algún problema o desafío, respiro profundo, salgo adelante con todo y no me rindo fácilmente.

Fotografía: @danielvicunafotografia
Maquillaje y peinado: @makeupwoman_bynilsa

Giannina González: una voz femenina y rupturista en el sector más conservador

Es trabajadora social, y se encuentra estudiando un magíster en Políticas Públicas, estudios que compatibiliza con ser mamá, directora de Asuntos Estudiantiles de la misma universidad en la que estudió, y además tiene una activa vida política que, hasta hace unos meses, la tenía convertida en candidata a senadora por la región de Coquimbo. A sus 38 años, Giannina Gonzalez ha tenido una vertiginosa vida profesional y política en un sector caracterizado por la poca apertura a las mujeres y a la juventud, ambas características que lleva como bandera.

Fue Seremi de Bienes Nacionales en el segundo gobierno de Sebastián Piñera, cartera muy “poco mediática”, pues no distribuye bonos ni inaugura escuelas. Pero con su carisma, la joven seremi logró llamar tanto la atención desde su cargo, que pronto recibió un llamado para ser candidata a senadora, instancia desde la cual “una vez más” tuvo que explicar varias veces que llegó ahí por mérito propio y no por ser pareja de un dirigente de Renovación Nacional.

La política es un mundo históricamente de hombres, ¿cómo logras abrirte paso?

Ha sido súper duro, súper complejo. Mi pareja también está en el mundo político y siempre sentí que me he tenido que validar el doble por tener un compañero de vida que siempre ha tenido cargos de dirigente. Para muchas personas yo he avanzado por ser la mujer de él. Siempre la vida o el mundo político me ha exigido dar esa explicación. Y aunque hay Ley de Paridad, eso no va a cambiar. Una ley no va a cambiar la mentalidad de las personas, pero sí agradezco que se haya creado, porque si no yo no hubiera podido ser candidata. 

¿Qué mujeres viste en tu vida y dijiste “qué power esta mina”?

Nunca tuve muchas referentes a nivel nacional, porque la verdad es que las mujeres en general apoyan muy poco a otras mujeres. No tuve mujeres que me ayudaran a crecer en un mundo de hombres. Yo tenía que levantar la voz para ser escuchada. Mis referentes siempre fueron mujeres políticas internacionales. Me gusta mucho la Michelle Obama, ella implantó una forma de hacer política e, indirectamente, dejó una marca. Para mí es una mujer inspiradora, que innovó en política y mostró que detrás de un hombre muy poderoso, hay una gran mujer. 

¿Y a nivel nacional?

Me ha gustado mucho la evolución que ha tenido Evelyn Matthei, considerando que venía de un mundo muy conservador. Hoy es una mujer mucho más transversal, una de las mejores alcaldesas y de las con mayor popularidad en las encuestas. Si bien ella es de la vieja política, creo que su evolución es admirable porque no es fácil.

¿Es muy difícil construir una carrera siendo mamá?

No ha sido fácil porque nosotras nacemos con un problema que tiene que ver con la culpa. Nos sentimos culpables cuando no estamos con nuestros hijos. Nos sentimos culpables por tomar decisiones que puedan afectar al poco tiempo que estamos con ellos, pero sí hemos trabajado mucho eso. Si yo no estoy está Jorge (su pareja), y siempre hemos tratado de estar presentes, pero nunca he priorizado otra cosa si mi hijo me necesita. Por ejemplo, si tiene que salir en un acto de un colegio, llego como sea.

“Ha sido súper duro, súper complejo. Mi pareja también está en el mundo político y siempre sentí que me he tenido que validar el doble por tener un compañero de vida que siempre ha tenido cargos de dirigente. Para muchas personas yo he avanzado por ser la mujer de él”.

¿Qué le falta a Chile en términos de equidad de género y paridad para poder avanzar más rápidamente?

Faltan más oportunidades para mujeres, pero no por ser mujeres, sino que por sus capacidades. No se le tiene que dar oportunidad a las mujeres o a los hombres por serlo, sino por la calidad que se tenga como persona o profesional, no por un género. 

Hablemos de vanidad, ¿has tenido que dejar de ser vanidosa en un terreno como el tuyo o lo has aprovechado en tu favor? 

Siempre me he preocupado de mí, pero no he sido tan vanidosa. Me gustaría ser un poco más, pero me cuesta porque a mí me gusta mucho andar en la calle. Andar así es andar más relajada, pero dentro de ese mismo relajo, me importa que cómo ande igual me pueda ver bien. No me dejo de lado.

¿Es necesario legislar en paridad o debería ser un proceso que se dé de forma natural? 

Debería darse más naturalmente. Es un debate que cuando fui candidata me lo preguntaron bastante, porque cuando salió la Ley de Paridad siempre dije que no estaba de acuerdo porque hay una discriminación en eso. Pero me dijeron que, si no hubiera existido, yo no hubiera podido estar y sí es lo más probable. Hoy es el tiempo de las mujeres. Es cliché, pero nosotras le entregamos a la política, y al servicio público, algo distinto. Cuando fui seremi, la misma gente reconocía que yo era empática, cercana, que le ponía corazón. Las mujeres sí le hacemos bien a la política.

¿Cómo te gustaría que te recordaran en diez años más?, ¿qué te gustaría que la gente dijera de ti?

Me gustaría que dijeran que apoyé y aporté a que las mujeres pudieran avanzar en el mundo y que no les cueste tanto como a mí me costó. Independiente de si mañana vuelvo a ser candidata o tengo un rol importante, creo que uno aporta a la sociedad desde donde uno puede y quiere, y del rol que le toca… A mí me gustaría facilitarles la vida de alguna manera y darles las oportunidades que yo no tuve. 

Fotografía: @danielvicunafotografia
Maquillaje y peinado: @makeupwoman_bynilsa

Nathalie Castillo: la diputada feminista que no renunció a sus zapatillas

Es periodista, dirigente comunista desde sus tiempos universitarios y en la última elección parlamentaria se convirtió en diputada, gran hazaña, considerando que pasaron muchos años para que una mujer de su partido llegara al Congreso. Pero Nathalie Castillo nos hace hincapié en que su rol número uno es el de madre de un niño de 12 años, con quien sigue viviendo en La Serena, pese a sus constantes viajes a Valparaíso y Santiago por su rol parlamentario. 

“Vivo en una casa de villa en La Serena, voy al Congreso los días lunes, martes y miércoles, y luego me devuelvo como sea. Si es necesario comprar un pasaje de bus y volver, lo hago, porque la prioridad para mí es mi hijo y su crianza”, comenta esta madre que además confiesa que lo que más extraña de su vida de “no autoridad” es su carrera de periodista. “Ahora estoy desde el otro lado del micrófono”, comenta.

Hace poco enfrentas el cambio de vida que significa el ser diputada, ¿debes cuidarte mucho más? Me refiero a lo que dices, haces, los lugares que vas, etcétera…

Trato de mantener mi vida privada normal. Eso quiere decir que si puedo ir a un bar a tomarme una cerveza o un mojito lo voy a hacer, porque es un espacio protegido, voy con personas que me cuidan o nos cuidamos. No me voy a exponer tampoco y eso lo hago siendo o no siendo parlamentaria.

¿Cómo es destacar siendo mujer en un mundo que es tan de hombres como la política?

Es una constante lucha. Estar en la posición de ser mujer en la política y en la vida misma también. No solamente desde el ejercicio del trabajo que realizamos como autoridades populares, sino que como mujeres en el día a día, como mamás, como cuidadoras, como profesionales. Sabemos que tenemos que pelear constantemente y eso es un problema sistémico, porque el patriarcado es una imposición en el sistema y contra eso luchamos a diario. Tenemos que ponernos más firmes, más duras, para dar a conocer que nuestro trabajo es tan bueno o mejor que el que realizan varios varones que llevan años en la política. A veces piensan que, porque somos mujeres y jóvenes, vamos a hacer un trabajo poco riguroso o poco eficiente, y ahí hay un error. 

¿Qué herramientas usaste para poder destacar primero en tu partido para ser elegida, y luego en la sociedad para ser elegida?

El ser de la región, el pertenecer acá, el haber estudiado en una escuela de Tierras Blancas, haber estudiado en la Universidad de La Serena, haber realizado mi trabajo en radios y medios locales. Creo que ese plus de ser del territorio y conocer acabadamente sus necesidades fue un punto importante para poder destacar dentro de todo este espectro de personas que se estaban postulando, pero no solo dentro del partido, sino que dentro de toda la papeleta. Nos fue bastante bien porque obtuvimos la segunda mayoría regional. 

Las mujeres siempre han sido menos notorias en la historia y en el ámbito de la política también. ¿Tuviste referentes?

Todas las mujeres son referentes, desde el mundo político, pero también las familias, las mamás, las profesoras que tuve. Creo que todas las mujeres tenemos un poco de referencia cuando hablamos de avanzar en materias de las mujeres y de todas sacamos un poquito para poder reflejarnos. Pero sí destaco políticamente en la región de Coquimbo a Julieta Campusano y Amanda Altamirano, que fueron las senadoras y diputadas que nos precedieron en el pasado y estuvieron en las legislaturas. Costó muchos años para nuevamente tener mujeres dentro del Partido Comunista como legisladoras.

“Podría estar en este cargo que me posiciona en la historia, o haber estado detrás de un micrófono o criando o enseñando como lo hice durante los últimos años y para mí siempre va a ser la misma causa de cambios y transformaciones. No necesito estar detrás de un cargo para poder pasar a la historia”.

Pasaron décadas, y ahora tú eres parte de la historia, ¿cómo se siente eso?

Mucho orgullo, pero podría estar en este cargo que me posiciona en la historia, o haber estado detrás de un micrófono o criando o enseñando como lo hice durante los últimos años, y para mí siempre va a ser la misma causa de cambios y transformaciones. No necesito estar detrás de un cargo para poder pasar a la historia. 

Yo creo que es fuerte porque una mujer de la región salió diputada, eso evidentemente nos pone en una posición de poder ir rayando la cancha. La única región que tiene solo una mujer alcaldesa. Eso habla de que hay que cambiar las cosas y ojalá estemos ayudando a construir ese camino.

¿Qué le falta a Chile en términos de equidad o igualdad de género?

Deconstruir esta sociedad patriarcal, y no es un término tan lejano, lo vivimos a menudo. Las mujeres no crecen más en sus espacios laborales porque evidentemente no podemos llegar a grandes gerencias, a espacios de jefaturas. En el Estado hoy incluso hay una normativa de que al menos se garanticen las paridades, pero sabemos que años atrás eso no era posible. Faltan muchas cosas por hacer, estamos recién empezando, pero estamos bien enfocados.

Hablemos de vanidad, ¿la has ocupado en tu favor para destacar o lo has disminuido para no destacar tanto?

Creo que tenía mucho más esa práctica del maquillaje en la universidad y en el trabajo dependiendo de los días. Creo que todas las mujeres tenemos esa conducta. Dependiendo de los estados de ánimo nos vamos mostrando al mundo y eso es parte de la esencia de cualquier persona. 

Los diputados y senadores han ido toda la vida al Congreso con los mismos trajes, pero en una mujer siempre hay miradas y críticas, ¿lo piensas al ver de repente críticas a las ministras o mujeres en general, o no te importa el comentario sobre la apariencia?

He mantenido mi estilo. A veces siento que me falta tiempo para mejorar ese aspecto, pero no me perturba. Trato de ir lo más cómoda posible. El tema de las zapatillas es muy fundamental porque nos movemos mucho. Y también ha ido cambiando la forma de ver el parlamento. Hace dos legislaciones la vestimenta era bien formal, empaquetada, pero hoy tenemos un parlamento con zapatillas, con estilos propios. Hoy se ve más relajado y eso es importante porque no bajan la calidad del trabajo legislativo. La apariencia no hace la calidad de las personas.

Naty, te sitúo diez años adelante, ¿cómo te gustaría que te recordaran o se refirieran a este periodo de tu vida?

Como una diputada que estuvo del lado de las personas, principalmente en la ruralidad de la región. Tengo una cercanía con ella por un tema de base. Viví en el campo muchos años y obviamente mi familia toda viene de un sector muy rural de nuestra región. Me gustaría que me vieran así, como una persona humilde, sencilla, risueña y muy cercana. 

Fotografía: @danielvicunafotografia
Maquillaje y peinado: @makeupwoman_bynilsa

María Fernanda Leyton: una creadora de conciencia sobre discapacidad e inclusión

Madre de una hija de 15 años y un hijo de 9. Esta educadora de párvulos y educadora diferencial se especializó en el espectro autista, y en algunas líneas terapéuticas como terapia asistida con animales e hidroterapia. Podríamos decir que se ha pasado una vida entera estudiando. ¡Ah!, y además es profesora universitaria. ¿Cómo lograr desarrollar tantos roles al mismo tiempo? Se lo preguntamos a esta mujer que hoy lidera la Fundación Fortezza, desde donde no solo ayuda a niñas y niños, sino a familias completas. 

“Si esta entrevista sirve para que alguien hable un poco más del tema de la inclusión y de ver a la persona más allá de su discapacidad, yo me doy por pagada”; con estas palabras María Fernanda “justifica” haber aceptado nuestra invitación. Y es que al parecer tiene una vida perfectamente cronometrada, en la que incluso una invitación puede ser una oportunidad para remover conciencias en un tema que le apasiona: la inclusión. 

Todas mis otras entrevistadas relataron lo difícil de abrirse camino en un mundo de hombres, pero en tu caso, la educación parvularia siempre ha sido terreno de las mujeres, ¿no?

Sí, hay poquísima representación masculina, pero sí hay muchas mujeres con personalidad masculina. Más que destacar, lo que he hecho, es ir a la par. Trabajar con muchas mujeres también es complejo, porque cada una tiene su identidad, su forma de ser.

En tu rol a cargo de la Fundación Fortezza no atiendes solo a los niñas y niños, me imagino que también las familias son parte de tu trabajo, ¿te ha costado imponer tu voz con padres, apoderados, colegas?

A pesar de mi corta edad, tengo muchos estudios y eso es lo que te avala al momento de entregar un mensaje a la familia y formar la línea terapéutica que estás llevando. No es algo que tú crees que va a funcionar, te avala la evidencia científica. Detrás de cada niña o niño con alguna discapacidad, siempre habrá una mamá y un papá, y ahí hay que empoderarlos en la discapacidad de su hijo o de la persona que ellos están cuidando, porque a veces se produce un quiebre, o una especie de duelo. Hay que acompañarlos en ese proceso y eso también es parte de la fundación, en que las familias puedan entregar y respetar el espacio que tiene su hijo con discapacidad. 

Entonces de alguna forma te toca educar también a padres. ¿Les cuesta dejar esta faceta más permisiva de decirle que sí a todo a sus hijos? 

Sí, pero cuando tú empatizas con ellos, les hace mucho sentido. Les parece lo que tú estás diciendo lo entienden más. Distinto sería llegar e imponer rutinas en el hogar. Primero vemos cómo es esa rutina, vamos viendo cómo se puede mejorar de a poco y vamos siguiendo paso a paso, en vez de yo, desde mi vereda, imponer situaciones que a veces desconozco. 

Me contaste que eres mamá, directora de una fundación y profesora universitaria, ¿cómo se lleva la casa, la familia y la pareja en paralelo a una carrera profesional exitosa?

No sé, yo creo que cuando ellos han crecido con una mamá que no ha parado y que van contigo disfrutando los logros y las nuevas cosas que van saliendo, te van apoyando. Ellos se adaptan a los ritmos, a los espacios, y la pareja va comprendiendo que quizás me tendré que acostar más tarde porque tengo un trabajo que entregar en la universidad, pero es porque saben que uno está haciendo algo que te hace feliz. Creo que para toda mujer es complejo llevar casa y trabajo. Vivimos en esa dicotomía de que uno lo hace por ellos, pero al mismo tiempo tienes sentimientos de mamá culposa.

“Lo importante es que la gente haga un cambio de conciencia, puede haber muchas leyes, pero es más importante ese cambio de visión sobre cómo yo veo a una persona con discapacidad, cómo le doy su lugar en la sociedad”.

¿Tuviste o tienes alguna mujer referente, alguien a quien admiras? 

Mi abuela; ella fue profesora de historia de la vieja escuela, muy trabajadora, con tres hijos. Mi abuelo trabajaba en ese tiempo en la Escuela de Música, que fundó con Jorge Peña Hen, entonces tenían que viajar mucho y en plena dictadura. Hay un tema de fondo ahí, de seguir, de luchar y avanzar sea como sea. 

Así como existen hoy leyes que amparan la participación de mujeres en el parlamento, ¿ves necesario que existan leyes que resguarden la inclusión de personas con discapacidad?

Lo importante es que la gente haga un cambio de conciencia. Puede haber muchas leyes, pero es más importante ese cambio de visión sobre cómo yo veo a una persona con discapacidad, cómo le doy su lugar en la sociedad; y no solo incluyéndolo porque es discapacitado, sino incluirlo en un trabajo, más allá de cumplir en esta Ley de Inclusión Laboral donde debo tener un cierto porcentaje de personas con discapacidad en una empresa, sino que porque puede hacer su trabajo.

Una mujer tiene esta posibilidad de potenciarse a sí misma, de arreglarse un poco más de maquillarse. ¿Has tenido que renunciar a eso en pro de tu carrera profesional?

Con este rol en dirección he tenido que hacer fluir esta vanidad, porque como educadora soy la que anda de zapatillas, de traje clínico, pero cuando tengo que ir a un lugar, a una universidad o empresa, tengo que sacar mi vanidad. En mi clóset tengo tres personalidades: la que se tira al suelo con los niños, la que va a las terapias, la profe universitaria, la que va al gimnasio. Creo que la ropa te empodera un montón, el sentirte guapa, femenina, no necesariamente de ponerse un escote, pero sentirte bien, y eso te da un rango de seguridad al comunicarte.

Me imagino que mucho de tu cargo tiene que ver también con pararte delante de gente a convencerlos sobre un proyecto. ¿Te es más difícil lograr las voluntades de la gente por ser mujer?

No, nunca lo he sentido. No sé si es porque me muevo en el ámbito de la inclusión, en el ámbito amigable de la discapacidad y no discriminación. Al contrario, he sentido que el ambiente ha sido súper empático.

Te quiero llevar diez años al futuro, al 2032. ¿Cómo te gustaría que se hablara de ti?

Primero que fui una profesional feliz. Siempre me he puesto en la posición de que, si mañana me muero, en mi funeral digan que fui feliz y que luché por las personas y por la inclusión. Quisiera llevar el mensaje de ver a las personas más allá de su discapacidad, a tener un tipo de terapia amigable, respetando a la persona en su esencia.

Háblame de la Fundación Fortezza…

Somos un centro pequeño que atiende a 28 familias y somos 16 profesionales. Las terapias que se hacen son muy amigables, y trabajamos a través del afecto en conjunto con las familias. Todos los logros y dificultades que puedan existir las sentimos como propias, porque estamos dentro de las familias. No tenemos límites en las edades, los chicos llegan de seis, siete años, y en la actualidad hay adultos de 42 años. Hay algunos que han estado toda su vida en el centro y hemos sido parte de la vida de ellos, de sus logros, de sus retrocesos, enfermedades y nuevas terapias. Es un centro muy amigable, con una mirada muy respetuosa; es lo que más destaco, tanto a nivel de usuarios como entre los profesionales. Trabajamos todos a la par, no hay competencias.

Imagino que hay profesionales hombres en el equipo, ¿te ha tocado ver una mala mirada porque era una mujer quien estaba dando la orden?

No, solo una vez me tocó un comentario desagradable, me dijeron que yo conseguía cosas por ser mujer. Pero lo vi como un problema de la persona, no mío. Con mis compañeros de trabajo jamás, ellos siempre han respetado la línea que eliges, la forma de trabajar. Yo escucho mucho a mi equipo, eso también es importante, los hago parte del proceso. Es una dirección en conjunto con ellos. #SARAH

Fotografía: @danielvicunafotografia
Maquillaje y peinado: @makeupwoman_bynilsa