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Tres décadas de talento y belleza llamadas Mónica Godoy

Por @ahorapinto @palirosada

enero 2023

La conocimos en la época dorada de las teleseries, en esas grandes producciones de los 90 que incluían viajes a regiones y a las que prácticamente todo Chile estaba atento. En ese contexto es que hace su debut una joven de ojos azules que tuvo que dejar su carrera de actuación para poder dedicarse a actuar. Sí, suena paradójico, pero al parecer su talento natural y belleza incuestionable fueron la receta perfecta para que esta actriz calara hondo en la retina de la gente, que la sigue y admira desde entonces. En momentos en que vive una especie de reinicio de su vida personal, Mónica aceptó posar para nuestras cámaras, hacer un recorrido por su carrera, y abrirnos el corazón de su personaje más importante: el de ella misma.

¿Cómo comenzar a describir a Mónica Godoy? En primer lugar, no existe belleza en la televisión chilena que haya trascendido tanto en el tiempo como la de ella. Dueña de unos ojos azul cristalino que impactan y una genética privilegiada que incluso le permite prescindir del gimnasio, ha enamorado a generación tras generación cual Elizabeth Taylor o Marilyn Monroe, y al igual que estas divas de Hollywood, la actriz de 46 años es mucho más que solo un rostro perfecto. 

UN TRANCE ACTORAL

Fue un profesor quien vio potencial teatral en una joven tímida a la que solo le preocupaba pasar de curso sin importar las notas. En cuarto medio tuvo la tarea de adaptar un texto a una obra, y un nuevo mundo se le abrió: “Me acuerdo de la sensación en el escenario ante un público. Ser otra y entrar en una especie de trance. ¡Me fascinó!”

En ese descubrimiento de tu vocación, ¿tuviste algún referente?

(Piensa). En ese momento no, me interesaban más las historias, los personajes, entrar en un mundo de ficción que no fuera tu vida. Eso me parece, hasta el día de hoy, algo alucinante.

Y tus papás, ¿te apoyaron de inmediato?

No, por supuesto que mi papá quería que fuera abogada, que tuviera una profesión más estable. Me costó muchísimo convencerlo.

¿Y cómo lo lograste?

¡Le escribí una carta eterna! (ríe). En el fondo de mi ser sabía que no iba a estudiar una carrera tradicional. 

¿ACTRIZ O ANIMADORA?

Mónica es parte de una generación privilegiada de la actuación nacional, logró vivir la época dorada de las teleseries, esas que reunían a la familia en torno a una historia ficticia. Pero hay algo más; antes que Vicente Sabatini la reclutara para su debut en Sucupira (1996), la artista estuvo animando en el extinto canal Rock and Pop. 

Cómo fue esa experiencia siendo tan joven… ¿cuántos años tenías? 

¡19! Fue un mundo totalmente nuevo, ser una misma frente a la cámara. Aprendí muchísimo. Trabajé con grandes como Iván Valenzuela, Monserrat Álvarez, Consuelo Saavedra, el Rumpy; pura gente power de las comunicaciones.

¿Te gustaría volver a la conducción?

Siempre me ha interesado, no tanto como la actuación, pero creo que si hubiera podido seguir en este camino paralelo, lo hubiera hecho. 

¿Qué te lo impidió?

Las teleseries son muy demandantes, y en ese tiempo o eras actor o conductor, un prejuicio que por suerte hoy no existe. Recuerdo perfecto que Vicente Sabatini me dijo: “Tienes que elegir”. Yo quería seguir en la animación, pero se me presentó esta tremenda oportunidad y no la iba a dejar pasar.

Después de todos estos años de carrera, ¿cuánto le debes a Vicente Sabatini?

Muchísimo. Él fue un súper profesor, tengo los mejores recuerdos. Nunca más volví a trabajar con él porque me quedé en el segundo semestre con la Quena Rencoret… Me acuerdo que me llamó para Iorana (1998) y yo estúpidamente le dije que no. 

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RÓMPETE UNA PIERNA

El ser exitosa tan pronto y estar estudiando, ¿te generaba problemas con tus compañeros?

O sea, claro, no era la mejor de las ondas. Era una carrera muy competitiva en esos años. Por ejemplo, no me enteré del casting de TVN para Sucupira porque nadie me avisó, así es que fui tarde. Llegué a la oficina del área dramática y me recibió la Paula Nasser, asistente de dirección en ese tiempo. Le rogué, recibió mi CV, y me convocó al casting.

¿Cómo fue ese primer casting?

Me encontré con Álvaro Morales y fue muy bonito. Él no se acordaba, pero íbamos en el mismo colegio y éramos vecinos. Que él estuviera hizo que yo me relajara un poco, me trató muy bien e hicimos una escena de una teleserie que me gustaba mucho. Así que me desenvolví bien y después me avisaron que había quedado.

A propósito de la época dorada de las teleseries, hoy no está ese fenómeno, pero sí hay otro: Netflix y producciones como “42 días en la oscuridad”; ¿qué piensas al respecto?

Creo que en este país el tema de la cultura y la ficción es muy injusto, existe muchísimo talento actoral y creativo, pero pocos medios. Chile es chico, el cine no deja retorno y las políticas culturales son restringidas. Creo que este tipo de fenómenos dan cuenta de que hay un tremendo potencial. Me parecen maravillosos todos los trabajos que han logrado cruzar la frontera, pero podríamos hacer muchas más cosas.

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SIN PREJUICIOS

Entre los que se dedican a la interpretación hay un sinfín de prejuicios que “no sirven de nada”, dice la actriz, quien reconoce haberlos sufrido en carne propia, aunque sí afirma que los nuevos tiempos han traído consigo cambios importantes en la mentalidad del gremio actoral, especialmente en la vieja escuela, que según Mónica “se ha equivocado mucho en ese sentido, pero se han ido suavizando”.

Pudiste conocer las dos caras de la moneda, fuiste la generación del autógrafo y de la selfie y tuviste que adaptarte a las nuevas tecnologías, como Instagram.

La verdad es que abrí Instagram como de las primeras, y más que una segunda pega como influencer, siempre lo he visto como un canal de comunicación directa con la gente y eso siempre me ha parecido muy bonito. 

¿Te resististe?

Nunca. Hay muchos actores que sí, pero a mí siempre me ha parecido interesante. Una vez escuché a la Delfina Guzmán decir que para mantenerse vigente pasado los años —porque en Chile los personajes protagónicos siempre son jóvenes— hay que adaptarse a los tiempos. 

Y estamos en tiempos sin prejuicios…

Por suerte. Hoy una actriz sí puede ser linda, sí puede preocuparse por la moda. Se abrió un abanico de nuevas oportunidades creativas y hay que aprovecharlo. Con los años entiendes que nada es tan importante; con la noticia que sale hoy en el diario al otro día envuelven pescado en La Vega, y cuando entiendes eso, todo se disfruta mucho más.

Tú no terminabas tu carrera en Chile, eras joven, linda, y ya estabas trabajando, ¿sentiste la mirada crítica en algún momento?

Lo viví, pero el tiempo te va dando el espacio que te mereces, y vas demostrando el talento que tienes sin importar tu apariencia física… Aunque no estoy preocupada de lo que piensen mis colegas en ese sentido.

¿Te sientes reconocida?

Sí, sobre todo cuando comencé a producir, porque me puse de la otra vereda. Obras que fueron exitazos como “Los vecinos de arriba”, “El test”, “Idiotas”; y ahí se dio vuelta la tortilla, vinieron muchos actores a pedirme trabajo.

ETERNAMENTE BELLA

Mónica nació con un “extraño síndrome” conocido como Waardenburg, el cual hace que los ojos adopten un color azulado cristalino muy peculiar. Y la eterna belleza de su rostro también tiene una explicación científica: la divina proporción, una ecuación con infinitos decimales utilizada por el escultor griego Fidias para conseguir los rasgos más simétricos en sus obras. Pero aún sin saber estos datos, se puede apreciar su perfección. 

Eres una de las mujeres más bonitas de chile…

¡Ay! Muchas gracias.

¡Es que es obvio! Pero eso también genera envidias… ¿o no?

(Piensa). Creo que sí. De todas maneras, no solamente me ha pasado a mí, también a muchas otras actrices guapas, estupendas… A la Coca (Guazzini) le carga que cuente esto, pero en Sucupira y junto a la Paty (Rivadeneira) y la Anita Klesky eran muy pesadas con nosotras, nos decían unas pesadeces horribles a la Maite Pascal, a la Cata Olcay y a mí. Nos hacían sentir mal por el solo hecho de haber entrado jóvenes, ser lindas… Pero resulta que ahora una de mis mejores amigas es la Coca.

“He perdido personajes porque me dicen ‘eres demasiado linda’, y uno dice ‘yo también me puedo afear’ (…) me puedo cortar el pelo, rapar o maquillarme para endurecer mis facciones, pero la gente se la juega menos por ti”.

¿Y eso te marcó?

No, no tengo un trauma, porque la verdad es que no pescaba tanto, siempre he sido una persona bastante segura de mí misma, no en la parte física, sino en la parte intelectual y en mi capacidad de trabajo.

La belleza también abre puertas, ¿no?

Sí, muchas veces es favorable y otras no. He perdido personajes porque me dicen: “Eres demasiado linda”, y uno dice: “Yo también me puedo afear”. En España me ponía lentes de contacto café y qué rico transformarme. Me puedo cortar el pelo, rapar o maquillarme para endurecer mis facciones, puedo engordar… pero la gente se la juega menos por ti. Pero mi padre tenía mucha razón cuando me dijo que más que la belleza, lo que te abre puertas es la sonrisa y la simpatía. 

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AY ME VOY OTRA VEZ, AY TE DEJO MADRID

A los 24 años, con una carrera en ascenso en Chile, Mónica decidió agarrar sus maletas y partir a España. La intérprete quería vivir la etapa universitaria que acá se saltó, porque tuvo que dejar los estudios para seguir trabajando. Se instaló en Barcelona a estudiar Teatro dos años, hizo una película y después partió a Madrid. Quedó enamorada de la ciudad. “Me fascinó, iba por tres años y al final me quedé cinco”, reconoce.

¿Qué te decía la gente por irte en el peak de tu carrera?

Todo el mundo me decía: “Cómo te vas ahora, vas a perder tu lugar, nadie se va a acordar de ti”. Pero el miedo nunca me ha paralizado, y cuando volví a los tres meses estaba contratada por TVN.

En ti no aplicaba el dicho: “Más vale ser cabeza de ratón que cola de león”.

Es que mi objetivo no era ser conocida, mi objetivo era mucho más profundo. Yo iba a aprender de la experiencia de no tener una red de apoyo y valértelas sola, y no cargar con el reconocimiento que tenía acá. Las cosas iban a ser mucho más difíciles, iba dispuesta a todo. Si tenía que trabajar como camarera lo iba a hacer, porque sabía que eso me iba a servir también. Era ir a comerme el mundo. 

En ese tiempo esperaban que las latinas fueran morenas para representarlas, ¿te pasó algo así?

Sí, pero ahora están mucho más abiertos. Me acuerdo del casting de la segunda película que hice, un personaje de barriobajera como se le dice allá. Me senté en una plaza a observar a la gente, armé el personaje, y me fui con el vestuario, el maquillaje y peinado. Lo presenté armado, y quedé. 

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“AQUÍ NO SE DESTRUYÓ NINGUNA FAMILIA”

A través de un comunicado en Instagram, sus más de 600 mil seguidores se enteraron en agosto pasado que Mónica se separaba del también actor Nicolás Saavedra, luego de 22 años de matrimonio. Fue tanta la especulación sobre el tema, que se llegó a decir que la intérprete se iría a vivir a España con sus dos hijas. 

¿Qué hay de cierto en eso?

Nada. Creo que aquí se toma por certera mucha información que no se tiene de primera fuente. No me voy a ir a vivir a España, tengo una buena relación con ese país, me gusta mucho y estoy haciendo otro tipo de cosas que no tienen que ver con lo profesional, así que voy y vengo. Y mis hijas son muy chicas aún.

“(Con Nicolás Saavedra) éramos como la pareja que dura para siempre. ¡Hoy en día quién dura 22 años! Pero la separación no es reciente, pasaron muchos meses antes de que saliera a la luz”.

Pero allá hay producciones atractivas, es la cuna de las series latinas en Netflix. ¿Te dan ganas de probar suerte?

Sí, a qué actriz no le gustaría trabajar con toda esa difusión y alcance, pero también es más difícil si uno no está allá. Yo le doy más importancia a mi vida familiar, mis niñas son lo más importante del universo y creo que Chile es un país muy amable con la infancia: está la montaña, el mar, los viajes, sus abuelos, sus primos. Pero en un futuro no lo descarto, es un buen lugar para que ellas vivan su adolescencia.

Volviendo al tema de la separación, por qué lo publicaron en una suerte de comunicado en redes. 

Lo que pasa es que fue una noticia que salió en un programa de farándula y de ahí los medios comenzaron a especular mucho; salió lo de España y fue una bola de nieve. Nunca ha sido de nuestra línea hacer un comunicado, pero en ese momento queríamos que las cosas se calmaran y por nuestras hijas.

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¿Y sirvió?

No tanto (ríe). Pero entendemos la curiosidad y el interés. Tampoco somos de compartir algo y decir “ahora no queremos hablar”. El otro día salió una noticia de que nos volvimos a encontrar y nosotros nunca nos hemos desencontrado, hablamos y compartimos cotidianamente. Yo sé que sería más sabroso que hubiera algo tremendo, pero no es así.

La gente tenía una sensación de pena por esta separación.

Es que éramos como la pareja que dura para siempre (ríe). ¡Hoy en día quién dura 22 años! Pero agradecemos profundamente el cariño y el respeto. Esto no es reciente, pasó muchos meses antes de que saliera a la luz. Entiendo que en un momento donde las relaciones son tan desechables se produzca esta pena, pero nosotros y nuestras hijas estamos muy bien, todo está fluyendo de manera armónica. 

¿Sientes cierta presión por el futuro?

No, nada. Aquí no se destruyó ninguna familia, simplemente cambió la forma de vivir, no es un tema. 

FUTURAS ARTISTAS

Tus hijas tienen la tremenda motivación de tener dos íconos de la actuación como padres, ¿se han inclinado hacia las artes?

Ellas tienen varias vetas bastante artísticas: dibujo, pintura, baile. A Ema, la mayor, le gusta bailar, lo hace muy bien. Leonor, la menor, tuvo su primera incursión actuando en una serie de Canal 13. Y aunque la gente no lo crea, mi hija no entró apitutada, hizo casting a los siete años con otras niñas, y quedó. Sí tiene muchos dedos para el piano, aunque no ve nuestras actuaciones, pero sí ha estado en el teatro, tras bambalinas, y comparte con nuestros amigos actores; está más familiarizada.

Pero, ¿apoyarías una carrera temprana?

No lo sé. Siento que depende de muchas cosas, hay que ir poco a poco, en la medida que ella vaya mostrando su interés. Todavía son niñas y todo puede ir variando. Sí nos han llegado propuestas de casting y yo he encontrado que no son para niños. Ser actores nos ayuda a protegerlas, sabemos perfectamente cómo funciona todo. 

¿Leonor sabía que estaba trabajando o era un juego para ella?

Sabía, pero en el fondo estaba jugando. No es que se lo tomara tan serio, se divirtió. Si uno ve que no lo está pasando bien, no sería una opción.

¿Tomó decisiones respecto de la plata que ganó?

¡Por supuesto! Mis hijas viajaron a Disney con la plata que ganaron en una campaña con su papá. Es una decisión de ellas, es su plata. También tiene que ver con inculcarles desde muy chicas que las cosas cuestan, hay que esforzarse, a veces las cosas no se dan tan fácil y deben trabajar por ellas. Me parece súper buen ejercicio que puedan pegarse ese viaje. 

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AÑO NUEVO, OBRA NUEVA

Mónica regresa a las tablas con la obra “Malas madres”, acompañada de su amiga Catalina Olcay, José Necochea y Ana Luz Figueroa; una comedia delirante que muestra el lado menos romántico de la maternidad. Estará en cartelera todo enero y marzo en teatro Mori del Parque Arauco. “Mi personaje se llama Pilar y es la más pituca y conservadora del grupo. Tiene una pareja de mellizos y una hija adolescente, y todos los problemas acordes a la edad de sus niños; es muy divertido todo”, contó.

Imagino que volver a las tablas te tiene feliz, pero ¿qué seguirá después de marzo?

No lo he planificado aún, lo hago a corto plazo, es algo que viene desde la pandemia, que mientras me lo pueda permitir no voy a hacer nada que no me llene el alma en cuanto al trabajo; no tengo la ansiedad de estar por estar. 

¿Para eso tienes que ser ordenada con el dinero, o no?

Sí, siempre lo he sido. Eso es lo que me permite ahora tomar decisiones desde el alma y no desde el bolsillo. Entendiendo que en este país es una profesión inestable y a medida que uno va creciendo, se van reduciendo los papeles. Aproveché la época en que la televisión era distinta, los sueldos más altos y no me tiré toda la plata encima. 

“Me siento realizada como mujer, como madre y como profesional. Eso no quiere decir que no tenga nuevos sueños, pero me siento muy cómoda con la mujer que soy hoy”.

¿Y en qué momento estás ahora?

Me siento muy bien, creo que a medida que uno va agarrando experiencia y tiene más años, se siente mejor. Miras para atrás y te das cuenta de que te hacías problemas por cosas que no lo eran. Me siento realizada como mujer, como madre y como profesional. Eso no quiere decir que no tenga nuevos sueños, pero me siento muy cómoda con la mujer que soy hoy.

¿Y cuáles son esos sueños?

Volver a trabajar en el extranjero, poder hacer más cine porque ha sido escaso aquí, seguir teniendo personajes desafiantes en los que pueda ponerle mucho power. Me gustaría ejercer hasta muy viejita, porque es lo que me llena el alma profesionalmente. #SARAH

Fotografía: @emeescobar 
Asistente de fotografía: @bjornbar_ 
Producción de moda: @misster.clothes
Makeup & hair: @alemakeupart

Asistente beauty: Pola Rivera

Agradecimientos: @estudiofe

Producción: @luisynilo