Patricia Fernández, alias la “Peliteñida”, es probablemente el personaje más odiado/adorado de la historia de las telenovelas, y las razones no son pocas. A pesar de tener una personalidad poco amable, sus contextos y circunstancias han hecho que generaciones de televidentes empaticen con sus problemas, que bien podrían ser nuestros, sin importar si lees esto en 1999 o en 2025.
La rubia enemiga de Betty la fea, que hizo “seis semestres de finanzas en la San Marino”, es el resultado de un magistral trabajo de una actriz que, no conforme con un simple guion, construyó un personaje que hoy forma parte de la cultura pop no de un país, sino de un continente entero. ¿Quién es la artista tras la icónica Peliteñida? Ella es Lorna Cepeda, la colombiana que -de paso en Chile- se dio tiempo para hablar con Sarah sobre este, su más icónico personaje, pero además sobre su faceta como empresaria y productora, su actual vida en Cabo, México, y sobre cómo superó un cáncer que en momentos la tuvo entregada a la voluntad de Dios.
UNA PEQUEÑA LORNA
De infancia solitaria pero inmensamente feliz, Lorna recuerda sus primeros años en su amada Cartagena de Indias: “Mi felicidad en Cartagena no tiene nombre”, recuerda. De naturaleza tímida, la pequeña Lorna tenía una muy desarrollada imaginación, la que se presentaba en ese tiempo como un preámbulo de la vida de artista que viviría más tarde.
¿En qué momento llega el modelaje a tu vida? Porque entiendo que es así la cosa, ¿no? Primero modelo, luego actriz.
Como a los 14 años, fue la primera vez que alguien me vio y me dijo: “Oye, ¿te gustaría hacerte algo del pelo?” Y yo: “Bueno”. Y me pagaron por eso, y a mi me gustó. Me gustó el tema de que me pagaran, pero me dejaron ese pelo inmundo, horrendo… pero ahí inició mi carrera de modelo.
¿Y en qué momento te vas a Bogotá? Ese fue el salto de la carrera, imagino…
Claro, después de vivir en Barranquilla, me voy a Bogotá. Mi hermana Angie empezó a ser actriz también. Digamos que la metí en el modelaje, la empecé a invitar a cosas, y ella se fue haciendo su nombre. Yo quedé embarazada de un noviecito siendo muy joven, y ella siguió haciendo esa carrera, hizo un comercial muy exitoso y de ahí la llamaron para una novela. Se convirtió en superestrella.
Tú la introdujiste en este mundo y al final ella como que avanzó más rápido…
Sí, avanzó mucho más rápido porque es bien talentosa y bien bonita, aparte. Es talentosísima en su actuación. Yo, en cambio, me dediqué a tener hijos. A los 26 ya tenía tres hijos, y estudié Psicología. Terminé la carrera, pero nunca abandoné el deseo de ser actriz.
«Cuando yo era chiquita, me ponía toallas en la cabeza y actuaba jugando, y eso era lo que yo quería. Yo siempre me vi en escenarios, con público…»
Lorna Cepeda
¿Qué es lo que más te gustaba: ser actriz o toda la fama y oportunidades que llegaban con ser actriz?
Qué buena pregunta, trataré de decirte. Cuando yo era chiquita, me ponía toallas en la cabeza y actuaba jugando, y eso era lo que yo quería. Yo siempre me vi en escenarios, con público…
¿Sueño artístico?
Sueño artístico, completamente.
Hiciste la carrera un poco al revés, ¿no? Porque en general la gente tiene una carrera destellante y después se casa, tiene hijos y todo eso. Tú pusiste como en pausa, de alguna forma, el desarrollo por la familia. ¿Cuándo regresa la actuación a ti?
Estudié Psicología, tuve a mis tres hijos, y en ese transcurso fui voluntaria de una fundación de niños con cáncer y con VIH. Yo tenía 26 años, y eso me pegó súper duro, muy duro. Ver a niños en esas realidades en hospitales, o tener que estar en el pabellón de niños quemados, todo eso me afectó un montón y me hizo darme cuenta que así no iba a poder ayudar a nadie.
¿Al nivel de querer abandonar esa vocación?
Me afectó anímicamente, claro. Yo no soy una persona con tendencia a la depresión, para nada. Yo vivo la vida, he cogido los toros por los cachos muchas veces en mi vida. Pero aquí sí me estaba agarrando esa depresión, y estaba todo el tiempo muy triste. Estuve tratando de salir de esa realidad, y sí, me tocó soltar eso y decir: “Bueno, listo, lo que más me gusta es la actuación”.
¿Habías renunciado a la actuación?
No, lo había pospuesto. No había ni siquiera empezado todavía. Yo empecé realmente apenas un par de años antes de Betty. Estaba en eso, haciendo cursos de actuación y cuidando a mis hijos, y me llamaron un día para decirme: «¿Te gustaría actuar?» Y yo: “¡Claro!”.
¿Sin práctica previa?
La verdad, me preguntaron si había actuado antes y dije: “Pues claro”, pero no estaba mintiendo, porque sí había actuado en el colegio (ríe).
Es el mejor llamado que recibiste en tu vida…
Sí, el mejor llamado. Me pagaban muy poquito, pero no me importaba porque yo quería hacer eso. Imagínate hacer algo que a ti te guste y que, encima, te paguen… es una maravilla.
¿Pero luego estudiaste teatro?
Claro, ya estaba haciendo series, y yo dije: “No, no, no, yo tengo que estudiar”. Y tuve una compañera que se llamaba Silvia de Dios, que es una gran actriz, y me dio el mejor consejo de todos. Me dijo, “¿Por qué no te metes conmigo y estudiamos?” Y yo dije: “Obvio”. Y desde ahí estudié y trabajé al mismo tiempo. Incluso cuando estaba grabando Betty, estaba estudiando.
¿A qué hora? Porque entiendo que había unas jornadas eternas de grabación…
Sí, ya llegó un momento en Betty que ya no pude, pero me preparé muy bien durante dos años.
UN PERSONAJE QUE CAMBIÓ TODOS LOS PLANES
La vida actoral de Lorna inicia en 1998, haciendo varias series y papeles pequeños. En ese contexto es que conoce a Natalia Ramírez, su amiga entrañable hasta hoy, mientras ambas grababan El amor es más fuerte. Pero el gran llamado de su vida llegó en 1999, cuando se integra a Betty la fea como Patricia Fernández, el resto ya es historia conocida…
¿Qué significó para tí esa oportunidad?
El llamado para hacer Betty (la fea), fue una gran bendición. Fue en mi segundo año de estar actuando. Yo empecé en el 97, y en el 99 nos llaman para hacer Betty. Y cuando veo a Natalia (Ramirez) confirmada también para la novela, la verdad fui muy feliz.
Y empezó a cambiar tu vida…
Me cambió la vida por completo.
«Le agradezco mucho a Natalia Ramírez, que me ayudó un montón, porque Natalia ya era una estrella. Aprendí mucho de ella. Ella era quien me calmaba, por ejemplo».
Lorna Cepeda
Cuéntame un poco cómo fue ese proceso de ser esta actriz de personajes chiquititos que, de repente, se vuelve un ícono del horario vespertino…
Mira, en este proceso le agradezco mucho a Natalia Ramírez, que me ayudó un montón, porque Natalia ya era una estrella. Aprendí mucho de ella. Ella era quien me calmaba, por ejemplo.
Cuando comienza el éxito, la verdad yo no entendía nada. Yo no sabía de ratings ni de este tipo de cosas. Yo solo quería ser actriz y me entregaba completamente al personaje.
¿Cómo creas a Patricia Fernández?
Por supuesto. Pero finalmente es una co-construcción entre el libretista, el director y tú. Fernando Gaitán, que la tenía clarísima, era muy abierto conmigo y me dejaba ir creando. Tú le pones las cosas, como los acentos, como cuando digo “¡Desgraciado!”, que es una frase muy recordada.
¿Hay una Patricia Fernández por ahí? En la que tú te has inspirado.
Cuando era muy joven, conocí a una niña que, cuando le daba ira algo o alguien le caía gordo, ella simplemente se volteaba lanzando su pelo hacia la persona sin ningún problema. Hablaba y ¡tá! le tiraba el cabello encima. Y eso me encantó, y lo agarré como una característica de Patricia que a la gente le encanta.
¿Y esa persona sabe?
No, no sé si lo sepa. Pero igual la perdí de vista, porque nos conocimos cuando estábamos chiquitas.
Pero todas tus estrategias resultaron… Fuiste creciendo mucho en minutos de pantalla…
Sí, fue tomando más minutos, y fue creciendo. Un día me fui a un centro comercial a renovar unos anteojos por mi miopía, iba con el pelo rizado y sin maquillaje, por supuesto. Y de repente empecé a ver que todo el mundo me señalaba y me señalaba. Y yo dije: “¡Wow!, ¿Qué es esto?” Me empezaron a gritar y a venirse encima, y finalmente me tuvieron que sacar los guardias. Ahí llevábamos apenas dos semanas del estreno de Betty.
¿Se te empezó a venir la gente encima?
Claro, todo el mundo gritándome “¡Patricia! ¡Patricia!” En ese momento no me decían la peliteñida aún… La verdad, eso me dió mucha felicidad, pero al mismo tiempo estaba muy sorprendida.
¿Qué otros momentos así, un poco extraños o duros, tuviste que vivir por esta fama tan fuerte y repentina?
Yo lo sabía manejar, sé manejar que un chico te hable, por ejemplo, coquetamente… Pero en general, la gente ha sido muy amable conmigo. Pero para mis hijos, por ejemplo, que estaban muy chiquitos, eso fue muy duro. Las grabaciones, tener que llevarlos al canal todo el tiempo… hubo un momento en que sé que querían más a Diosin, que es la niñera de ellos y que lleva 30 años conmigo, porque los niños se la pasaban mucho más tiempo con ella que conmigo.
La novela empieza a crecer, y las exigencias de grabación también. ¿Cómo recuerdas esos tiempos?
Fue un tiempo muy difícil: trabajar toda la semana y, encima, después los fines de semana nos tocaba viajar. Íbamos a Venezuela, veníamos a Chile a una entrevista con Cecilia (Bolocco), por ejemplo. Pero yo jamás conocí Santiago, porque era aeropuerto, entrevistas, hotel, estudio, y aeropuerto de vuelta.
«Fue un tiempo muy difícil: trabajar toda la semana y, encima, después los fines de semana nos tocaba viajar. Íbamos a Venezuela, veníamos a Chile a una entrevista con Cecilia (Bolocco), por ejemplo».
Lorna Cepeda
¿Te pagaban todo esto, o era parte del contrato?
No, la promoción era parte de nuestro trabajo. El dinero vino después, en parte por publicidad. Digamos que el dinero grande vino después. En ese momento, había beneficios como poder llevar a mis hijos a un viaje…
O sea, tú tenías que cumplir un compromiso, y decías: “Sí, pero voy con mis hijos”.
Sí, yo sí podía llevar a mis hijos. Igual yo pagaba los tiquetes y todo. No me importaba, pero me los llevaba en los que podía. Por ejemplo, el chiquito perdió hasta pre-kinder por asistencia. Trataba de pasar todo el tiempo posible con ellos, pero esa parte sí me costó. Fue muy duro.
¿Cómo te llevas tú con Patricia Fernández?
Entonces, al principio, me costaba un montón de cosas: entender su aire clasista, sus lloradas… no las lloradas por la pobreza, sino el tratar de maquillar esa pobreza, tratar de mantener un estatus, estar con un tipo que no quería para que la mantuviera,lo que hoy es un sugar daddy, pero en ese tiempo no se veía tanto esa realidad. Pero después ya empecé a entenderla muchísimo mejor. Aprendí a no juzgarla.
Igual es un personaje odiable y querible a la vez, ¿no?
Es que, ¿quién no se identifica con la Peliteñida? A todos, en algún momento, nos ha respirado la pobreza en la nuca, incluso hasta a los ricos, que han perdido empresas, por ejemplo. Todos nos hemos preocupado por dinero alguna vez.
¿Cómo fue despedirse de la Peliteñida y reencontrarte con tu personaje 25 años después? ¿Te despediste realmente del personaje?
Yo no sé cómo explicarte esto, esto es como si estuviéramos viendo una realidad alternativa. Y tampoco te alcanzo a explicar lo agradecida que estoy con este personaje: me cambió la vida por completo, y no te hablo solo de mi parte profesional, sino de toda mi vida.
Pero para mi no hubo una permanencia en la gente de la Peliteñida, porque hice muchas otras cosas después, hice un personaje que se llamaba La Celosa, y la gente me decía así en la calle. Luego interpreté a Lola, en la versión colombiana de Casados con hijos, y la gente se olvidó de Betty, o sea, de la Peliteñida.
Para la gente fui la Celosa por varios años, hasta que empieza otra vez RCN a mostrar Betty la Fea, y todo se elimina. Es como si yo no hubiera hecho nada, y empiezo otra vez con este personaje. Luego las redes sociales, y luego las plataformas, y número uno, número uno, número uno.
En Chile Betty la Fea en Netflix fue número uno eterno, hasta que lo sacaron…
Y ahora está en Prime Video, está número uno. Las nuevas generaciones, tu generación, me dicen Patricia. Bueno, ahorita me dicen Lorna, pero todo el mundo me dice la Peliteñida.
Pero la peliteñida volvió en esta serie que se da 25 años después. ¿Cómo se sintió volver a encontrarte con tu personaje y con el elenco que hizo historia?
Fue muy difícil al principio. Yo dije: “¡Claro, por supuesto, qué maravilla!”, pero ya cuando me dijeron que era real, me entró un miedo tremendo, te prometo.
¿Pero miedo a qué?
Yo decía: “¿Cómo así que esta responsabilidad? ¿Cómo voy a agarrar este personaje, si ya han pasado 20 años, o 22 años”. Y para retomar el personaje… ese personaje que ya maduró físicamente, ¿qué ha pasado con ella emocionalmente? ¿Qué ha pasado con ella mentalmente? ¿Cómo está? ¿Sigue igual? ¿No sigue igual? ¿Cómo se hace la propuesta? ¿Sigue teniendo los mismos conflictos?
Además, Patricia Fernández es una persona que ni siquiera tiene conciencia. No entiende que lo que está haciendo le hace mal. Ella se siente víctima, y la culpa es del mundo entero, menos de ella. Entonces, es muy difícil que ella tenga esos cambios prácticos.
¿Me puedes adelantar algún spoiler de la nueva temporada?
No.
Ya, pero ¿Patricia sufre, es feliz, encuentra lo que busca?
No, ella sigue… (ríe) No, no te puedo hacer spoiler.
Ha habido algunas críticas a esta nueva temporada porque no han actualizado los temas o los conflictos. Todavía el tema sigue siendo quién es presidente de Ecomoda… ¿Cuál es tu opinión como espectadora, sacándote del personaje ¿Qué es lo que estuvo bien y qué es lo que no estuvo tan bien en este retorno?
Yo entiendo al espectador, pero acuérdate que ya no es una novela en la que se puede contar algo largo. Ahora estamos en una serie, es un formato distinto. Todo va mucho más rápido, todo es concreto.
Incluso para nosotros, grabar Betty como serie tuvo sus challenges, sus desafíos, porque es una serie. Pero a mí me encantó, me gustó mucho. Yo creo que volvimos a la misma esencia, lo que no queríamos era que saliéramos del mundo de Betty.
Hay que condensar las historias, entiendo, pero eso generó una polémica paralela: las chicas del cuartel de las feas, que no llamaron…
Sí, supongo que es muy corto el tiempo para muchas historias. Y si tú ves en la novela, todas tenían una historia, todas eran protagonistas. O sea, digamos que la protagonista es Betty, pero alrededor de Betty hay 500 mil historias. Todo el mundo tenía su propia historia. En un formato de serie es muy difícil.
Esto es algo que no puedo dejar de preguntarte. De todo el elenco que volvimos a ver cuando se estrenó, tú y Natalia son las personas que no envejecieron ¡ni un poco! Es lógico que tu rostro cambie en 25 años, pero tú estás igual. ¿Cómo se logra eso?
Sí, me lo han dicho mucho, pero qué quieres que te diga… Mira cómo es la inseguridad de uno. A veces me veo en pantalla la cara, haciendo Betty a los 28, 27, y veo esa piel… ¡ay, es perfecta!
Pero sigues teniendo el mismo rostro que a los 27…
Yo le decía a Natalia hace muy poquito: “Yo era linda, Natalia, era muy linda”, con voz de angustiada, y ella tan divina dándome fuerza: “Todavía lo eres, lo eres, todavía”, me dice (ríe).
Ya, pero si es un comentario recurrente para ti, que te digan “oiga, usted no ha envejecido desde la versión 1 hasta ahora”, ¿no?
Pues sí, pero no solo a mí, le dicen por ejemplo a Anita (Ana María Orozco) o a Estefanía, Marta Isabel, a Natalia, también le dicen un montón, a las chicas en general.
Pero a los hombres no tanto…
(Ríe) Ay, no, qué pena, mentira, son muy lindos, Julio César se ve regio, Jorge Enrique está regiecísimo también, o sea, Juli, todos, todos están regios, todos súper, todos súper regios.
Pero respondiendo a tu pregunta, yo me cuido un montón la piel. Por ejemplo yo soy incapaz de acostarme a dormir maquillada, nunca en la vida.
«Mi secreto es que siempre me he cuidado la piel, la verdad, sí, soy muy obsesionada con el tema de la piel, tomo mucha agua, tengo una dermatóloga divina, ella misma también me hace mis cosas, como la aplicación de Botox».
Lorna Cepeda
Pero le quiero contar a mi lectora ¿cuáles son tus secretos mejor guardados?
Mi secreto es que siempre me he cuidado la piel, la verdad, sí, soy muy obsesionada con el tema de la piel, tomo mucha agua, tengo una dermatóloga divina, ella misma también me hace mis cosas, como la aplicación de Botox, y aprovecho de decirte, quien se quiera poner, ¡que se ponga! Otro secreto, pero no le cuentes a nadie, en el cuello me he puesto de todo, de todo literalmente…
Vitaminas, plasma…
No, plasma no me he puesto. No puedo porque yo tuve cáncer de piel, y cuando tú tienes eso, creo que eso no se puede hacer jamás, pero sí, me he puesto, ¿cómo se llama esto? El Radiesse, y otra cosa que se llama Ultherapy, todo es como por fuera, estético. Y mascarillas siempre, tengo ayuda profesional, dermatológicamente hablando, para cuidarme mucho.
Entiendo que vives en Los Cabos, ¿no?
Sí, en Cabo San Lucas.
Eso es como un paraíso, lo decidiste, trabajo, amor, ¿qué te lleva a vivir en este lugar?
Pues mi esposo, cuando lo conocí, vivía en Cabo San Lucas, nosotros llevamos juntos cinco años, y cuando lo conocí él vivía allá, entonces yo iba, venía por mi trabajo, y llegó un momento en que él me dijo, “¿qué vamos a hacer pues?” Y yo dije “pues tu trabajo está allá, pues yo me voy a vivir allá, mis hijos ya están grandes…”. Yo me mudé, y nos casamos, nos casamos en una notaría, él y yo, así, super tranquilos, ni siquiera fue nuestra familia, ni nuestros amigos, ni nada, o sea, fuimos nada más ahí.
Te imaginaba con vestido blanco y flores caminando por la arena…
Fue muy simple, después de la notaría nos fuimos ahí a la playita con nuestros testigos, que fueron sus amigos, mis amigos ahora, amigos mexicanos, comimos sushi en la playa, y ya, pero no fue el gran festejo, ni nada de estas cosas, fue muy muy, muy tranquilo.
¿Cómo ha sido esta etapa de empresaria? Porque entiendo que esta obra, que las trae a Chile, es autogestión, es un proyecto propio…
Mira, Natalia ya ha sido productora toda su vida, yo no, yo siempre soy actriz y ya. Obviamente me toca aprenderle, yo estoy aprendiendo aquí, es bastante camello (trabajo) y tengo mucha ayuda de Natalia, por supuesto, porque ella ya tiene toda la experiencia, somos socias en este proyecto.
¿Y el nivel de resultados te ha dejado contenta?
Muy contenta, no sabía ni siquiera que nos iba a ir así de bien. Pero como te digo, Natalia es esencial, ella sabe todo lo que hay que hacer.
Para ella es muy natural, ¿no?
Para ella es súper natural, es publicista. Yo una psicóloga ahí que es frustrada, pues, porque ya nunca, pero me gusta este tema, me encanta, me gustó muchísimo. Entonces apenas estoy aprendiendo, pero ahí voy, ahí dándole.
Veo también que la gente se emociona mucho de verlas en esta gira, más allá de la obra, hay un cariño de décadas, ¿no?
Es demasiado bonito. El público para nosotros es todo. Uno tiene que tener sus talentos y tus talentos los tienes que sacar y desarrollar, pero tu talento no es para ti. Yo sé que soy talentosa para esto, pero tu talento es para compartir, soy fiel creyente de ello, los talentos no son para ti, son para la gente. Es un servicio a los demás y me encanta sentirlo así.
CUANDO LA PALABRA CÁNCER PONE TODO EN JAQUE
Me mencionaste recién que viviste un cáncer, más allá de la naturaleza del cáncer, puedes volver conmigo al momento en que un médico te mira y te da ese diagnóstico, ¿se desconfigura mucho la vida?
Absolutamente. Como que no puedes creerlo. Además mi mamá murió de cáncer, un cáncer en los ovarios muy duro, solo duró seis meses desde que la operaron.
¿El ejemplo de tu mamá fue lo primero que viene a ti cuando escuchas cáncer?
Claro, yo dije “no puede ser”. Y tras ese shock la verdad es que conversé con Dios, mi oración fue la siguiente “señor que se haga tu voluntad”.
Yo quiero estar para mis hijos yo quiero que no me pase lo que le pasó a mí que mi mamá que murió muy joven y yo todavía la quería mi mamá en mi vida, entonces yo decía “no quiero que mis hijos tengan que vivir esto, no voy a repetir esta misma historia yo quiero quedarme acá”.
Pero en el fondo te resignaste…
Claro, pero mi mensaje era que si me dejaba vivir, quería que me deje sana. Le pedí que me salvara, y si no, confié en que mis hijos estarían bien, pero “tú decide”, esa fue mi oración.
¿Qué sientes tras esa declaración a Dios o al universo?
La paz que sentí en ese momento nunca la sentí ni antes ni después, te lo digo ahora, todos esos días o ese mes estuve con una paz tan increíble que no tengo y estuve feliz durante todo ese tiempo haciéndome mis exámenes, con los médicos diciéndome que me operaron y yo sentía en un momento la sanación
¿Se puede tener una enseñanza para la vida tras un episodio así?
Claro, uno siempre tiene que fluir con las cosas y con la mejor actitud y con humor, porque te puede servir para sobrellevarlo. La victimización y todo eso, no te sirve para nada creeme que no te sirve para nada. #SARAH
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