“Para mí fue ver una especie de ángel. Andaba con un echarpe rojo que parecía flotar sobre ella”, así describió Fernanda Montesi —en una extinta revista— el momento exacto en que vio por primera vez a la canadiense, radicada en Chile, Mimi Bick. La diseñadora nacional la encontró a fines de 2015 en un restaurante, y pensó que era la musa que necesitaba para las fotos de su nueva colección. Sí, como solo le pasa a las grandes, como esa historia increíble que tod@s alguna vez soñamos vivir. 

BELLA, DIRECTA E IMPARABLE

Mimi es el epítome de la belleza clásica, una mujer moderna de seis décadas, llena de sensualidad, misterio y estilo. “Dejé de contar mis años en Chile cuando llegué a los 30”, confiesa entre risas. Con ese mismo exquisito sentido del humor, revela: “A veces, cuando me dicen ‘aún tienes acento a pesar de llevar tanto tiempo acá’ me dan ganas de decirles ‘¿y tú cuántos idiomas hablas?’”. Debo confesar en este punto que hablar con Mimi es cautivante, tiene décadas de crítica y construcción en torno a la educación en Chile y Latam, y es —a pesar de mis años como periodista— imposible separar los temas de su vida: no podemos hablar de educación y filosofía sin tocar la moda; y es imposible hablar de su vida de modelo sin los matices de su “primera” carrera.

Es tremendamente atractiva tu carrera en Chile, pero más aún el saber que comenzaste como profesora en un colegio. ¿Cómo fue ese primer trabajo?

No tengo el título de docente, pero fue de suerte; así lo veo, es como el modelaje, pura suerte. Llegué a Santiago y no conocía a nadie, en un momento de desesperación abrí las Páginas Amarillas y terminé en una entrevista en el Santiago College con una persona que tenía un cargo directivo, y que hasta el día de hoy es mi amigo. Fue un trabajo que desarrollé muy feliz.

¿Hay algo que te llamó la atención negativamente del modelo educativo?

Tengo más óptica ahora de cuando empecé. En mi opinión el tema de la brecha es muy negativo, hay una realidad educativa para alumnos de familias vulnerables y otra para niños de familias con más recursos. Eso no ayuda al país, pero los colegios no son responsables de arreglar la segregación; me parece feroz. 

Claro, es un problema más profundo, pero debe haber algo positivo, ¿no?

Creo que en comparación con el resto de América Latina, Chile tiene una muy buena cobertura escolar, las familias valoran la educación formal, y muchos profesores aman ser profesores. Hay gente maravillosa que quiere cambiar las cosas, pero a veces se ven un poco frustrados por un sistema que no se los permite.

“HE TENIDO MUCHAS OPORTUNIDADES”

El marido de Mimi y su hijo son chilenos. Se establecieron aquí, ya que según sus palabras “la vida hizo que no fuera posible irnos”. Como si fuera un capricho del destino, a la profesional jamás le han faltado actividades por hacer. “He tenido muchas oportunidades para desarrollarme en la Filosofía, la educación y últimamente, la moda”. 

El momento en que tu carrera en la educación se ve interrumpida fue muy icónico. ¿Me podrías dar más detalles?

Estábamos con mi marido, mi hijo y unos amigos en el restaurante Peumayén de Bellavista y, saliendo, se me acerca Fernanda Montesi. Me habló de su marca y me dijo que iban a sacar una colección para marzo y que yo sería perfecta. Eso fue en diciembre. Me pidió el teléfono y se lo di con pudor; no le conté a mi familia. 

¿Y qué te pasó internamente?

Creo que no lo pensé mucho, estaba en otra, se me olvidó todo el verano y en marzo me llamó, y en realidad fue en un buen momento, porque había terminado un trabajo importante en educación que me tenía sin tiempo, así que dije “bueno, ok”.

¿Qué te dijo tu familia en ese momento?

Lo conversé con mi marido y él es súper apoyador, me dijo: “Hazlo, prueba, si no te gusta, lo dejas”. Mi hijo no habla mucho, al principio me dijo: “Es mejor hacer esto que corregir miles de ensayos”. Y fue una experiencia positiva, me gustó la producción y los resultados, y me alentaron a seguir. Fernanda me dijo “voy a hablar con Ofelia (Memoli) de We Love Models”, y comenzaron a salir más cosas. Pero siempre ha sido un poco así, si no me gusta algo, no lo voy a hacer.

Hasta ese momento, ¿cómo era tu relación con la moda?

Creo que mi madre tenía un sentido estético muy desarrollado, con poco hacía mucho, y creo que heredé eso. Cuando fui a Inglaterra a estudiar, estaba muy cerca de Londres y tenía amigos que trabajan en diseño. Era muy atractivo ver lo que estaba sucediendo. Recuerdo que una vez tuve que ir a una cena tremendamente exclusiva y no tenía qué ponerme. Fui a una tienda vintage y compré un vestido impresionante del año 20, de encaje metálico, precioso. Me gustaba la moda, pero ni mi foco ni mi vida estaban puestos ahí.

Al ser reclutada por una agencia y tener una carrera académica, ¿sentiste miedo a ser juzgada?

Me surgió como pregunta, y creo que fue decisión mía no censurarme. Yo estaba haciendo una vida como consultora y profesora part time en la universidad, ya no tenía que vestirme como cuando hacía clases en el colegio, que tenía como tres blazer y cuando terminé esa etapa los regalé, y fue liberador. Podía vestirme como quería, no necesitaba respetar cánones. 

Hablando de cánones, ¿te sientes un aporte a la diversidad de la moda local?

Sí, es en parte la razón por la cual lo hago. Las personas de cierta edad son invisibilizadas por la sociedad, mujeres más que hombres. Si uno tiene la oportunidad de romper eso, genial. No sé si lo logro o no, pero bastantes personas se acercan a decirme “dejé mis canas; qué bueno que te atreves; me encanta lo que estás haciendo”. 

Esa misma pelea se traslada al interior de varias mujeres por evitar el paso de los años, ¿es una lucha para ti también?

Es un tema que no tiene una respuesta, para todo el mundo es súper personal. No me he hecho ningún tratamiento de ningún tipo, ni bótox, ni inyecciones, no iría al quirófano voluntariamente (ríe). Eso no quiere decir que todos los días me mire al espejo y diga “qué linda arruga, que manchita más linda”, hay momentos y momentos. Acepto que es así, lo peleo de cierta manera, pero esa manera es acorde a como soy.

Pero en Instagram igual vemos que te cuidas.  

Siempre me ha gustado el deporte y el skincare, pero es parte de mi rutina forever. Pero el envejecer no es solo afuera, es también adentro. Es una complejidad, el cuerpo y la mente no son cosas aparte. 

¿Y cuál es tu mejor consejo de belleza?

(Piensa). Pucha, no pensar solamente en la belleza superficial y fugaz. Creo que hay que tratar de buscar quién eres, qué te gusta hacer, rodearte de experiencias y personas armónicas. Enfrentar los conflictos y tratar de ser bueno con uno. Si tienes buenas amistades, si tienes poco odio, al final vives en paz y eso se va a reflejar. 

BELLEZA CLÁSICA

¿Qué opinas de la irrupción de nuevos modelos de belleza?

Recuerdo el comentario del pololo de una amiga cuando estaba en Reino Unido. Él era periodista de The Guardian y me dijo: “Tú sabes que hay agencias que tienen clasificaciones de feos y feísimos”. No es tan nuevo el tema, yo creo que Benetton empezó con esto de la diversidad en los 90, pero es mucho más reciente en Chile.

Pero en Benetton eran diversos, pero todos hermosos…

Lo que pasa es que el abanico se ha ido ablandando dentro de lo que es aceptable como diverso. Creo que el mercado manda, no creo que sea por bondad o querer vivir en un mundo mejor. Pero dicho eso, me parece fantástico que haya más diversidad, es importante para que se acepten más tipos de belleza, a pesar de que de vez en cuando uno escucha comentarios críticos y te preguntas “¿cuántas personas compran la idea de la diversidad profundamente?”. Porque al final sigue primando el más blanco y más flaco, en muchos ámbitos. 

Desde hace muchos años…

De hecho, recuerdo en los 90 haber visto los catálogos de uniformes escolares con niños rubios y yo veía una sociedad que no era rubia, salvo las viejas que son cada vez más rubias (ríe). Me parecía terrible, chocante.

Se juega con la aspiración porque se nos vendió la idea que ser rubio es mejor.

Y fíjate que en mi historia personal, tengo un hermano y una hermana y los dos de pelo negro y piel morena. Yo era diferente y me decían: “Tú no eres de esta familia, eres del lechero”.  Viví mi infancia pensando que mis hermanos eran bellos y yo feísima. Ahí ves que lo cultural es importante, y cuando llegué a Chile encontré bastante chocante la discriminación positiva, me trataban mejor porque yo era alta, flaca o de ojos azules.

¿Y te enfrentaste a alguien por ese motivo?

Sí, muchas veces. Por ejemplo, me dejaban pasar antes, entonces yo decía: “No, tú llegaste primero”, y me daban las gracias. 

¿CUESTIÓN DE EGO?

Uno imagina que las modelos tienen un clóset llenísimo de ropa, pero para Mimi basta con su clásica camisa de jeans: “La más vieja posible, lavada mil veces”. Tampoco tiene una colección de zapatos de lujo cual Carrie Bradshaw en “Sex and the City”; de hecho, afirma: “No tengo ninguno exclusivo ni caro”. La filósofa dice que si tuviera un presupuesto ilimitado, tendría muchísimas zapatillas y botas. 

Entonces, ¿para ti la comodidad es lo más importante?

Es que camino ocho o diez kilómetros al día, no puedo andar con tacos estúpidos porque no voy a llegar ni a la esquina. Para fotos me ponen zapatos que son lindos, que están perfectos para la foto, pero en la vida real no. 

¿Dónde te sientes mejor: en un set haciendo fotos o en una pasarela?

Es muy distinto, me encantan los dos, y me gustan los videos también. Me acuerdo muy bien de mis primeras pasarelas, hay un juego con la gente a pesar de que uno tiene cara de nada, igual me sale la cara de “no puedo creer lo que estoy haciendo, lo voy a disfrutar”; eso se traspasa.

¡Así es! Cuéntame, ¿cuál ha sido el peor momento de tu carrera en la moda?

(Piensa). Lo más angustiante fue la primera pasarela, porque avanzaba la hora y solo siete minutos antes me pusieron el vestido, no lo había visto; era extremadamente transparente y chico, no hubo una prueba de vestuario antes, y en algún momento me dije: “Sabí qué más, es lo que es, me voy a hacer la tonta y va a salir todo bien”. Y salió todo bien. 

¿Y lo mejor?

Me ha gustado todo. La gente que no está en el rubro cree que los que trabajan en moda no piensan. Una cosa muy caricaturesca, y he aprendido que en la industria hay gente muy creativa, mucha diversidad, opiniones políticas. Si uno hace preguntas te cuentan cosas interesantes, me entretengo. También hay un autoconocimiento a través de la cámara y la pasarela; ha sido paulatino. 

¿Es rentable ser modelo?

No, y lo veo en un montón de chicos que son buenos modelos, son lindos, pero todo es muy caro, por eso hay muchos influencers, para sobrevivir. Yo tengo el privilegio de que no vivo de esto, pero muchos hacen varias cosas a la vez. Algunos han ido a Europa a probar suerte, donde los mercados son más grandes. Si yo quisiera hacerlo, supongo que también tendría que irme a otra parte donde haya más lucas. 

¿Pero te hace feliz el modelaje?

Sí, me gusta. Indudablemente hay una parte que es puro ego, pero siento que de alguna manera no lo es, hay algo que sucede entre el fotógrafo y uno, o la idea que se quiere comunicar y que uno trata de transmitir… Pero no sé si eso es engrupirme a mí misma, o a ti (ríe).

Dirección creativa y fotografía: @valentinacorralsilva
Producción ejecutiva: @tulioturina
Styling: @pola_vial
Makeup & hairstyle: @carlasanchez

Arreglos florales: @unpistilo
Postproducción: @andesstudios