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Protagonista: Los —casi— 30 de Alonso Quintero

Por @palirosada

septiembre 2022

El otrora niño prodigio de la actuación, que comenzó su carrera con solo 12 años, ha crecido. Hoy es un hombre guapo y desinhibido que bordea los 30, alejado de la actuación y que dedica su tiempo a la música, a escribir guiones, estudiar Sociología y prepararse para cursar un magíster en la Universidad Católica. Una nueva etapa en la que aprendió a decir “no” a lo que no le interesa, y a priorizar el tiempo con sus amigos y familia: “Hace rato pasó mi etapa de vivir por inercia”, confiesa.

Cuando Alonso Quintero era pequeño, su mamá tenía la tradición de dejarlo quedarse despierto hasta tarde los domingos por la noche, porque era el momento de la semana en que TVN transmitía los memorables “Best Sellers». Apasionado por el cine, quedaba obnubilado con cada producción que veía en la pantalla. Aun estando en el colegio, decidió ingresar a un taller de teatro y montó varias obras, una de ellas el clásico de la dramaturgia “Edipo Rey”. Fue en esa función donde lo descubrió el director Ricardo Vicuña y lo invitó a ser parte de un casting para la recién inaugurada área dramática de CHV. Alonso, en ese entonces de solo 12 años, fue seleccionado para su primer rol en televisión, en la teleserie “Vivir con 10”.

“PARA MORIRME DE HAMBRE, YA TENGO EL TEATRO”

Desde muy niño se interesó por las ciencias sociales y quería estudiar Historia, sin embargo, una vez terminado cuarto medio y con una ascendente carrera en la actuación entre las manos, se matriculó en Teatro en la Universidad Católica; aunque no alcanzó a pisar la escuela, ya que congeló inmediatamente para continuar las grabaciones de “Aquí mando yo”. Y pese al éxito que estaba logrando en televisión, estudiar seguía siendo una deuda consigo mismo.

¿Por qué pasaste de la actuación a la Sociología?

Lo quería hacer hace tiempo, pero me daba lata dar la PSU otra vez. Lo conversé con Felipe, mi psicólogo, y él me dijo: “Me has dicho esto durante los últimos tres años, ya irías en la mitad de la carrera”; eso me convenció. Preparé la PSU, me fue muy bien y antes de decidirme por Sociología, estuve entre Historia, Antropología, Psicología y Filosofía, pero dije: “Para morirme de hambre, ya tengo el teatro, para qué me voy a hacer ese daño” (ríe). Y opté por la carrera que condensaba mejor mis intereses.

AMOR AL ARTE

Volvamos a la actuación, ¿hoy estás en nuevos proyectos?

No, ahora no. (Piensa un momento y ríe). Siempre tengo que pensarlo por si me he comprometido a algo. Los primeros dos años de Sociología fueron muy duros: estuve grabando “Perdona nuestros pecados” en Mega, y “Río oscuro” en Canal 13; y el tercer año vino la pandemia Ahí decidí parar un poquito porque no tenía tiempo y fue altamente estresante.

Y además tienes una banda, Kancino.

Sí, ese es un proyecto que surge el 2016, nos juntábamos a tocar tonteras, pero en 2019 decidimos profesionalizarlo porque estaba muy bueno. Comenzábamos a grabar nuestro primer disco, pero empezó el estallido social y obviamente teníamos la cabeza en otro lado. Retomamos en el verano de 2020 y ahora estamos full produciendo un EP y preparándonos para tocar en vivo.

“La actuación es una de las cosas que menos me quitan el sueño en este momento”.

Eres bastante multifacético dentro del ámbito artístico, ¿en qué más has incursionado?

Me gusta mucho escribir, pero es un proyecto más personal. Tengo harta idea inconclusa dando vueltas, harta propuesta de guion, largometrajes y hasta novelas. Pero lo que más ha llegado a puerto en términos creativos es la banda, porque las canciones que escribo toman menos tiempo que un guion.

Claro, pensé que solo componías, no sabía que además estabas escribiendo guiones y novelas…

Escribo mucho y en formatos distintos, me gusta el cine y leer, entonces de repente hay ideas que se me vienen a la cabeza que funcionarían mejor como cuento, y después me doy cuenta de que lo puedo adaptar a guion.

¿Y has pensado con quién te gustaría trabajar estos guiones?

(Piensa). Si me hubieras preguntado esto hace diez años, no imaginaría las posibilidades que tengo hoy, donde la ficción está direccionada hacia el streaming. Antes, si lograba reunir fondos podía contratar a actores nacionales y hacerlo con una productora local, pero hoy si logras hacer un par de proyectos con buen resultado, puedes mandarle perfectamente una propuesta de guion a Netflix, Amazon o HBO.

Esa es una posibilidad muy interesante que se da hoy dentro de las producciones audiovisuales.

Claro, esto lo hablé con el escritor y guionista Francisco Ortega hace un tiempo, hoy te pueden decir que les gusta tu guion, pero quieren hacerlo en México, así es que es difícil dimensionar hasta qué punto puede llegar un proyecto, pero creo que uno siempre tiene que partir del mínimo realizable.

Y en Chile se están haciendo producciones muy exitosas.

Sí, y tenemos una cantidad de actores talentosísimos que además tienen muy buena disposición. Hay algo que la gente no sabe: generalmente los actores cobran considerablemente más barato por trabajar en películas que para hacer una teleserie, y me incluyo. La teleserie es como la pega fija, en cambio la película o el teatro es la historia que uno hace por amor al arte.

Uno no imagina que sea así…

Y lo doy como tip para los estudiantes de Cine y Comunicación Audiovisual. Por ejemplo, la Amparo Noguera, una de las mejores actrices de este país, feliz participaría en un proyecto si el guion es bueno, es del tipo de persona que ama la ficción, le importa conectar con la gente, más allá si la productora es Netflix o cuánta plata hay detrás.

SEXO, MODA Y ROCK AND ROLL

De alma rockera, el guapísimo Alonso se reconoce pretencioso en el ítem moda. Usualmente luce looks elaborados, cortes de pelo estilosos y usa las uñas pintadas, demostrando su preocupación al momento de escoger cómo quiere lucir. “Me gusta la ropa, crecí en un colegio Montessori y entre primero y cuarto medio nos dejaban ir con ropa de calle. Esa es la época de la vida en que uno desarrolla una identidad personal”. Obediente, siguió siempre al pie de la letra el dress code, dejando fluir sus gustos e imaginación.

Hablando de moda, ¿cómo te sentiste en esta sesión de fotos donde fue desapareciendo la ropa?

¡Bien! Estuvo entretenida y distinto a lo que uno está acostumbrado a hacer, fue bonito porque el equipo tenía experiencia en esto y mucho respeto por los espacios.

Y ¿cómo te relacionas con tu propia sensualidad?

En general, con bastante naturalidad, cuando era más chico era más acomplejado, era muy flaco, me costaba tener masa muscular, tenía que ir al gimnasio y comer mucho; y hasta el día de hoy hago ejercicio. Pero trato de no martirizarme, porque una vida saludable en términos emocionales y mentales tiene que ver con tu autopercepción, con tu seguridad frente a otros; hay harto trabajo y harta terapia de por medio también.

Respecto a la sexualidad, en un programa dijiste que fuiste parte de un trío…

(Ríe) ¡Hay tantas cosas que no debería contar! Y lo he hecho más de una vez en realidad. Eso fue en “Podemos hablar” con Julián Elfenbein, en un momento preguntaron quién había hecho un trío, pensé que la mitad se iba a parar, creí que era más común y me sorprendió ser el único.

Y tuviste que hablar del tema.

Claro, pero creo que es algo generacional. Muchas de las personas que estaban ahí eran más grandes. No hace mucho tiempo Chile era una sociedad súper conservadora, pero las nuevas generaciones somos más permisivas respecto a vivir la sexualidad y la vida romántica. Entran en juego las relaciones abiertas, el poliamor, cosas que antes ni siquiera se planteaban.

¿Y qué te parece que así sea?

Me parece muy sano, te da la posibilidad de ver lo que es mejor para ti y no seguir esquemas preestablecidos que nos imponen. La posibilidad de elegir es muy bonita. Te aseguro que, si hacemos la pregunta del trío en un carrete, si somos treinta, probablemente quince den un paso al frente.

NIÑO SÍMBOLO DE LA PRENSA DE FARÁNDULA

Había material de sobra para hablar de Alonso en los otrora populares paneles de farándula televisiva. Era un niño prodigio de la actuación, era el niño bonito de la TV, pero además era el niño que había cumplido el “sueño del pibe”: conquistar a la hermosa y talentosa Sigrid Alegría, actriz que lo superaba en varios años, pero que se la jugó por mantener una (mediática) relación amorosa con él.

Durante harto tiempo supimos mucho de tu vida personal, específicamente de tu relación con Sigrid Alegría. ¿Cómo recuerdas esos años de farándula dura?

En esos tiempos el periodismo de farándula era algo muy fuerte en Chile, no como ahora. No puedo culpar a los periodistas, ellos solo estaban haciendo su trabajo, pero sí creo que hay una falta de responsabilidad gigante por parte de los directorios de los canales, de quienes deciden hacer ese tipo de programas. Es una oportunidad tan linda tener un canal para comunicar cosas que sean importantes, aportar, en vez de perder el tiempo.

“Muchas veces me ofrecieron plata para ir a los programas a hablar de mi relación, pero nunca fui y nunca lo haría”.

¿Cómo sientes que te trató la prensa?

En términos de trato personal, los periodistas siempre fueron buena onda conmigo, pero la gente que arma esos programas y algunos conductores… Julio César Rodríguez no, él siempre fue respetuoso cuando hablaba de mi relación, pero hay otros que por querer decir algo polémico cayeron en la mentira, en denostar, y eso lo encuentro innecesario y bajo. No es el tipo de televisión que me gusta. Muchas veces me ofrecieron plata para ir a los programas a hablar de mi relación, pero nunca fui y nunca lo haría.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

A inicios de 2020, Alonso sufrió un brutal ataque delictual a las afueras de un bar en Bellavista. El actor intentó calmar una pelea donde ni siquiera estaba involucrado, recibiendo como consecuencia una puñalada que llegó hasta su hígado, y un golpe en la cabeza. Cuando recuerda aquel episodio, extrañamente una sonrisa se dibuja en su rostro: “Me da risa porque ese tipo de incidentes tiende a llevarte a eso de que hay que valorar la vida porque nos podemos morir en cualquier momento, y lo interesante de ese cliché es que es verdad”, relata.

¿Qué pensabas en ese momento?

Mi primera sensación, cuando estaba desangrándome, fue “qué injusto”. Soy una persona que nunca se mete en problemas, nunca le he hecho daño a nadie y terminar muriéndome así… Pero cuando me salvaron tuve dos reflexiones, una que tiene que ver con la gente que te quiere y se preocupa por ti; y segundo, que la vida es muy fugaz; entonces me pregunté hasta qué punto estaba haciendo las cosas que quería hacer y hasta qué punto estaba viviendo por inercia.

“Había entrado a Sociología, estaba con mi banda y tenía una relación bonita. Me habría dado mucha pena morirme en ese momento porque estaba muy contento”.

¿Y cuál fue la respuesta?

Por suerte, hace rato había pasado mi etapa de vivir por inercia y estaba haciendo cosas que me interesaban. Había entrado a Sociología, estaba con mi banda y tenía una relación bonita. Me habría dado mucha pena morirme en ese momento porque estaba muy contento.

Luego de enfrentar la muerte, ¿a qué le temes?

¡A los tiburones! Y a las aguas profundas, cualquier lugar acuático donde no vea el fondo. Tengo harto complejo de superhéroe, una necesidad arraigada de ayudar, de cumplir con ciertos parámetros valóricos y me genera inseguridad no ser suficiente, ser poco íntegro en relación con mi propia concepción de la integridad.

Pero es una suerte de tortura pensar constantemente en eso, sobre todo porque tenemos tan poco tiempo.

Y ahí hay otro miedo: la muerte me da terror, soy muy escéptico a creer en la trascendencia y el desaparecer me aterra. Me da susto decir que no logré realizar todas las cosas que me interesaban hacer.

¿Cuáles son esos proyectos que te gustaría hacer y que sientes que no has tenido la oportunidad?

Yo siento que las oportunidades uno se las va armando, y hay algunas que tienen que ver con el tiempo. Me gustan muchas áreas que no he podido desarrollar porque no me da el tiempo, entonces voy a tener que darle espacios en distintos momentos de mi vida. Hoy estoy concentrado en Sociología y la banda, mañana será lo que me vaya tirando el corazoncito.

¿Te dan ganas de hacer muchas cosas de forma paralela?

¡Sí! Y tengo la noción de que estoy atrasado, que voy tarde en todo. Me pasó con la carrera, siento que la debería haber terminado y ahora estar en otra cosa. Sin embargo, leí que Isabel Allende publicó su primera novela a los 40 años, y entendí que la vida no tiene una lógica a seguir, que somos nuestro mayor enemigo y que cuando rompes esa barrera, todo es posible.

Pero empezaste súper chico en la actuación.

Sí, rechico, y por eso la actuación es una de las cosas que menos me quitan el sueño en este momento. Lo he disfrutado, he aprendido y crecido en esa área. Si mañana me llega un personaje precioso lo voy a aceptar porque es algo con lo que vibro también, pero no es algo que estoy buscando.

Me contaste que ibas al psicólogo, ¿aún estás en terapia?

Sí, pero voy con menos frecuencia. Felipe me dijo hace como tres años “tengo que darte el alta porque te conoces, sabes cuáles son tus trabas y reacciones”. Entonces ahora voy como una vez al semestre.

“La muerte me da terror. Me da susto decir que no logré realizar todas las cosas que me interesaban hacer”.

Como el chequeo anual.

Claro, ¡ah! y volviendo a la pregunta de a qué le tengo miedo, me dan susto las enfermedades catastróficas, soy bastante hipocondríaco, voy mucho al doctor, y todo esto está ligado al miedo a la muerte, a no lograr lo que quiero hacer. Es una rueda.

Claro, y piensas en todas las canciones que no vas a escuchar, todas las películas que no vas a ver…

Eso me da susto, no poder ver todas las películas que quiero ver. Y últimamente el tema de empezar a cumplir años. Cumplí 29, estoy al borde de los 30, la edad en que uno empieza a sentir que no es joven, y envejecer es síntoma de muerte.

Y ahora que te queda un año para cumplir 30, ¿cómo te sientes?

Estoy en negación (ríe). No, yo creo que estoy en negociación: “Ya, voy a envejecer un poquito, pero no tanto”. Haré un magíster y estoy con hartas cosas. Es distinto salir a los 29 con un pregrado que salir a los 31 con un magíster. Siento que recupero el tiempo que perdí por no haber entrado a estudiar antes. Uno se pega unas “autocuentiá” que son necesarias también. Uno tiene que engrupirse y justificarse de vez en cuando para darse sentido. #SARAH

Fotografía : Fernando Gutierrez ( @fernando.fotografias )

Artwork : Diego Candia ( @diegocandiac )

MakeUp : Danivia Marín ( @phricat )

Styling : Lucas Wayne ( @_lucas.wayne_ )

Outfits : This is Shit ( @thisisshit.cl ) – Edición Limitada ( @edicionlimitada.scl )